Bienvenido al club de las semanas místicas,
de los días bohemios.
Bienvenido al club de los psicóticos,
de aquellos que nunca han sido entendidos,
de aquellos locos que ciertamente lo estaban.
Nadie decide su locura,
unos cuantos se la inventan sí,
pero realmente, no envidio las aburridas vidas de la gente normal.
Me siento demasiado inteligente en estos momentos,
demasiado superior en un mundo repleto de mediocres,
con demasiado cerebro para una cabeza tan pequeña.
Fumo sin cesar,
y me consumo con cada cigarro.
Adoro consumirme.
Sé que mi estado más puro está a punto de llegar,
es solo cuestión de tiempo.
Lo espero casi con ganas, con anhelo,
ya que solo en esos momentos soy yo en mi pura esencia.
En esos momentos de locura es cuando pierdo mi piel,
cuando lo pierdo todo.
Para ser solo yo.
Miedo?
Antes lo tenía.
Hace ya unos meses en los que disfruto demasiado de mi estado,
disfruto de mi descontrol,
de mi psicosis,
de mi pequeña locura,
de mi interior,
de mi puro yo.
Es un tranquilizante estado de desenfreno,
es un tranquilizante estado de demencia.
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