viernes, 26 de julio de 2013

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Soy el fuego que corre por tus venas,
soy tu lívido, tu excitación.
Soy tu pecado original,
tu talón de Aquiles.
Soy aquella a la que más temes y más deseas.
Soy tu perdición,
tu último aliento.
Tus ganas de amar.
Soy tu llave al infierno,
al cielo de los condenados,
al abismo de tu moral,
de tu conciencia.
Siempre seré tuya,
y nunca lo seré.
Diamantes de sangre envuelven mis latidos,
latidos impenetrables para un ser corriente y vulgar.
Puedes tocarme, sentirme.
Puedes follarme,
puedes pegarme entre gemidos de pasión.
Soy una fusión entre esquizofrenia y psicosis,
demasiado mala para parecer tan buena,
demasiado perfecta en mi imperfección.
Demasiado humana para tan poca humanidad.
Mi mente es un camino tortuoso caracterizado por los entresijos más complicados que hay,
llena de falsos caminos en donde la esperanza pierde su nombre.
En donde no existe la verdad.
En donde lo único cierto es que la locura y el caos lo devoran todo.
En donde lo único cierto es que todo es mentira.
En donde lo único cierto es que siempre seré tuya.
Que siempre seré tuya y que nunca lo seré.

Piel de zorra.

No soy una zorra con piel de cordero,
soy una zorra que se arrancó la piel para hacerse unos zapatos con ella.
Vago por un camino de sombras con mis amores de tacón.
Destrozando vidas y sueños.
Saco a mi loba y lloro su gracia,
pues todos resultarán dañados por ella.
Entes que se sorprenden de mis dogmas de fé,
de pensamientos de dioses ya olvidados,
de fracasos por ambiciones,
quizás,
demasiado altas.
Pero quién quiere ser virgen, amor, pudiendo ser diosa?
Tus desgracias a mi pesar, son música para mis obsoletos oídos,
anclados en canciones ya por muchos olvidadas.
Tus desgracias producen una mueca en mi cara.
Similar a una sonrisa.
Una sonrisa de odio.
Quién soy yo para luchar contra mi, amor,
nací odiando y casi he aprendido a querer,
mas no del todo.
Por eso vago en las sombras, con mis amores de tacón,
sobre mi piel de zorra,
sacando a mi loba,
destruyéndolo todo a mi paso.


Mi amor frustrado con la vida.

Cuando creí conocerla la amé, la quise hasta decir basta,
pero como otras se aprovechó.
Se aprovechó de mi inocencia,
de mi poca experiencia,
de mis ganas de amor.
La vida fue la primera prostituta a la que quise,
la primera de una larga lista de decepciones,
la primera que me puso condiciones para ser feliz.
Basta. 
En serio?
Antes le hacía el amor.
Le hacía el amor suavemente, dejaba que corriese libre por mi cuerpo.
Dejaba que me hiciese suya.
Hasta que esa relación de amor-odio no dio más de sí.
Los tiempos del todo o nada.
Los tiempos del desequilibrio,
del mandato.
Fue ahí cuando un día al azar la agarré.
La agarré con fuerza, mientras la vida chillaba y se retorcía.
No sabría decir quien fue más puta de las dos.
Fui yo.
Me dijo no, pero esa no era la respuesta acertada.
La até a la cama, mientras pedía perdón.
No existe el perdón en un alma negra, susurré,
no existe el perdón para alguien que ha intentado joderme.
Los besos tiernos se transformaron en mordiscos de odio.
Nadie debería hacer enfadar a una pantera con uñas de gata.
Ni siquiera tú, vida.
Querías joderme verdad? Creías conocerme?
Ya sé que antes solo follaba mentes,
pero mi comportamiento ahora es más lascivo, y más demente.
El primer golpe sonó fuerte, pero no tanto como debería.
Al fin y al cabo era mi vida, no quería matarla rápidamente.
Hundí mi dedo en ella, y la encontré sorprendentemente mojada.
Maldita puta, zorra fetichista.
Y perdí el control.
Recuerdo golpes, sangre.
Recuerdo su jugo cayendo por mi boca,
recuerdo pensar en todas las noches que había perdido amándola,
recuerdo pensar lo que me gustaba follármela así,
mientras yacía impotente en la cama,
sin poder atacarme,
sin poder herirme.
Lloraba y pedía clemencia,
ay vida... recuerdas cuantas veces la pedía yo mientras te reías?
Recuerdo escupirle, y seguir follándomela.
Follándomela sin control.
Y solo al final, cuando yo estaba exhausta, la desaté,
pero no sin antes sorber su alma,
dejándola completamente desnuda e indefensa,
dejándola a mi absoluta merced.
Por eso mi vida ya no me posee.
No desde esa noche en la que la violé.
No desde esa noche en la que yo tomé las riendas.
No desde esa noche en la que le demostré que era mía.

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Sentarte en un sofá de mierda a ver la vida pasar.
Tantear el terreno, mientras lo único que haces es encenderte un cigarro detrás de otro,
anhelando ser uno de ellos para poder consumirte igual.
Tengo tanta mierda dentro que necesito repartirla entre varias personas.
Necesito darle solo un poco de mierda a cada uno, para que no huela excesivamente mal.
Y así no huyan.
Todos huyen.
Querer emborracharte y contarle todas tus penas a un desconocido al que jamás volverás a ver,
y con el que tendrás una complicidad absoluta en ese momento.
Y será tu mejor amigo un instante, un segundo, unas horas.
Respirar profundo, hacerte daño para notar que sigues vivo,
volverte loco para notar que todavía no has muerto.
Maldita vida que nos exige permanecer ahí,
malditos seres queridos, bastardos infieles que no dejáis que muera en paz,
sin sentir la mala conciencia de infringiros un daño.
Malditos todos, maldita familia, maldita existencia inverosímil.
Maldito malestar continuo, maldita sea.
El odio hace mucho que desapareció para dejar paso a la indiferencia,
la peor de todas las sensaciones.
Y aquí sigo, vivo.
Vivo porque mis órganos funcionan, al igual que mi mente.
Pero por dentro llevo tantos años muerto que apenas reconozco la viva imagen de la felicidad,
de la sonrisa del que te quiere, del abrazo sentido.
De la confianza.
Camino solitario echando un ojo de vez en cuando a mi sombra,
con miedo a que huya y me apuñale por la espalda cuando el sol le es favorable,
con miedo a perder lo único que sé que siempre me acompañará.
Algún día huirá como todos?
Perderé la imagen al verme en un espejo, o el reflejo de los charcos de agua?
Perderé el brillo de los ojos, o la expresión de mi triste cara?
Poco a poco me arrebatas todo vida injusta.
Todo.
Poco a poco soy consciente de que lo que ahora veo es lo que ahora tengo.
Y sólo me veo a mi,
a mi taciturno ser, caminando por una calle demasiado angosta para su cuerpo.
Notando la opresión en cada paso que da.
Ve la luz al final, pero cuanto más anda menos ganas tiene de llegar a ella.
Menos ganas de luchar,
muchas ganas de rendirse.
Y cuando lo haga descansará en paz.
En esa paz que ningún ser humano encuentra hasta que muere completamente.

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-Explícame la situación.
-Estoy harta de todas las zorras que me comen el coño y que escupen a mi espalda después.
-Eh...
-No joder, no interrumpas, estoy harta de intentar hablar y que me salga un jodido vómito de mierda sabes?
Harta de callarme putas verdades que me encantaría clavar como cuchillos, hundiéndolos lentamente hasta joderlas vivas a todas.
Harta de la puta hipocresía, y del puto mundo en general.
-No se, cada uno es libre de hacer lo que quiere.
-Claro que si joder! si yo no digo que no, pero todo se rige por unas normas verdad?
Lo que se dice "normas de los humanos" o algo así, no puedo ponerle un puto nombre porque no lo tiene, ni siquiera están escritas, pero todos sabemos que existen.
Todos sabemos que mentir está mal, y faltar al puto respeto, pero joder, porqué cojones hay peña que no lo entiende?
-Cada uno es un mundo.
-No puedes dejar tu puta demagogia a un lado?? CÁLLATE HOSTIAS Y ESCÚCHAME.
Son normas de conducta tío! No puedes ir por ahí tocándole la polla a la gente, sabes porqué??
-Por qué?
-Porque al final acabarán cortándote los huevos.
Tengo ganas de chillar cabronazo, y cuando empiece, maldita sea, va a enterarse todo dios de la puta mierda que tengo guardada en la cabeza, y entonces sabes qué? esta puta basura se acabará.
Y créeme, que cada uno se lamentará de haber hecho que explotase.
Vaya si lo harán.

Bienvenidos.

Bienvenido al club de las semanas místicas,
de los días bohemios.
Bienvenido al club de los psicóticos,
de aquellos que nunca han sido entendidos,
de aquellos locos que ciertamente lo estaban.
Nadie decide su locura,
unos cuantos se la inventan sí,
pero realmente, no envidio las aburridas vidas de la gente normal.
Me siento demasiado inteligente en estos momentos,
demasiado superior en un mundo repleto de mediocres,
con demasiado cerebro para una cabeza tan pequeña.
Fumo sin cesar,
y me consumo con cada cigarro.
Adoro consumirme.
Sé que mi estado más puro está a punto de llegar,
es solo cuestión de tiempo.
Lo espero casi con ganas, con anhelo,
ya que solo en esos momentos soy yo en mi pura esencia.
En esos momentos de locura es cuando pierdo mi piel,
cuando lo pierdo todo.
Para ser solo yo.
Miedo?
Antes lo tenía.
Hace ya unos meses en los que disfruto demasiado de mi estado,
disfruto de mi descontrol,
de mi psicosis,
de mi pequeña locura,
de mi interior,
de mi puro yo.
Es un tranquilizante estado de desenfreno,
es un tranquilizante estado de demencia.

En el fondo del subconsciente.

Nuestra mente no funciona al cien por cien.
Recovecos que incumplen las normas establecidos en ella, sin nuestro permiso, y desconocidos a la par.
Es la realidad que apreciamos la verdadera?
O hay otra escondida que no se deja ver?
Son los sueños la realidad, y esta es la ficción?
Me asquean estos castillos en el aire, estas preguntas sin resolver.
El ser humano es imperfecto en todo su ser,
pero joder, que bello es ser humano.
El poder de la equivocación y de los errores,
el poder de cagarla al máximo.
Y sobre todo, que bello es poder arreglarlo,
y que bella es la felicidad.

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Cuanta información nos habremos perdido, cuantas almas no serán, las que han muerto sin dejar herencia.
No una herencia física, obviamente, si no una herencia intelectual, una herencia mística.
Cuantas almas vagarán por el inframundo lamentándose de no haber podido compartir sus vivencias antes de dejarnos.
Cuantos son aquellos, que habiendo experimentado los más altos logros, su valía nunca se sabrá.
Cuantas mentes, cuantas.
Desearía poder hablar con ellas, recopilarlo todo, poder hacer que por fin descansen en paz sabiendo que alguien les comprenden.
Darles un apoyo, su minuto de gloria, un ápice de esperanza.
Pero después de todo... cómo podríamos abrazar un alma?

Consumida.

La seguridad mengua y la inquietud está a flor de piel.
No somos muñecos, pero sí lo parecemos.
Incluso a veces actuamos como tal.
Mi confianza en la gente cada vez es menor, aunque no sea ese mi deseo.
Los puñales vuelan, y esto amigos, empieza a semejarse al puto lejano Oeste.
Intento mantener la calma en mi mundo, pero no resulta lo que quiero.
Minucias que ahora me estresan, en otra época me encantaron,
mas no sé, no sé si soy yo la culpable.
He cambiado lo sé, no existe ni la sombra de lo que era,
mi interior ha cambiado y yo he cambiado.
Me tomo la ley por mi mano, joder,
me he disfrazado de Némesis y eso ya no creo que pueda cambiarlo.
El disfraz de ha pegado a mi piel, y mientras agito esa espada con la mano derecha,
la balanza de la izquierda queda sumida en el más profundo de los olvidos.
Eso es justicia de tiranos.
Eso soy yo.

Última llamada de socorro.

Bajo la tenue luz, de aquella lámpara ya gastada,
ojeaba taciturna la energía que aún se veía capaz de producir.
Cuántos años has vivido querida?
Cuántas batallas has librado?
Sus grabados estaban ya afectados por el paso del tiempo.
Sus arrugas estaban expuestas en aquel tosco bronce.
Era un mendigo ofreciéndote su mano para que poses lo poco que quieras darle.
Eran los ojos de aquel hombre que lo miró con despecho, a pesar de llevar más de lo necesario.
Era un enorme cuenco de recuerdos.
Y allí, bajo esa luz suave, se sintió feliz.
Notó la calma que echaba de menos.
Los objetos inmateriales no son tan inútiles como creemos.
Si encontramos el adecuado, a veces, podemos dejarle hablar.
Podemos llenarnos de sus pasiones y vivencias.
Podemos dejar que al fin, la mente descanse.
Eclipsada por una luz mayor de lo que en un principio pareciese.

Caricaturas fotografiadas.

Piensa por un momento en una gran patata deforme.
Una patata con sus curvas mal hechas, y sus surcos para nada uniforme.
La tenéis?
Bien.
A esa patata le añadiremos una sandía,
pero no una sandía cualquiera.
Una buena sandía.
Una sandía tan grande que hará que la patata se vea un pelín diminuta,
pero no tan diminuta como para hacer perder su grandeza claro está.
Y ahora... mmm, pensemos en una zanahoria gigante.
En dos, preferiblemente.
Dos zanahorias putrefactas, que adquieran a la perfección, esa forma que tienen sus brazos celulíticos.
Dos zanahorias que estén en las últimas, incluso que huelan mal, para poder representar el hedor de sus axilas mugrientas.
La imagen comienza a proyectarse en vuestros cerebros, si no es así, consulta de neurología, gracias.
Y a todo esto vamos a añadir, para poder completar la estructura, dos palos.
Sí, dos palos, lo suficientemente finos como para que desentonen un poco en este personaje.
Tampoco quiero palos secos, vamos a entendernos, pero si que sean ligeramente más finos para que llamen un poco la atención.
Ahora viene lo más complicado, viene lo peor.
Pintemos todo eso con una base beige, color carne para los que no entiendan de tonalidades.
Añadámosle unos espaguetis pasados de fecha a modo de pelo.
Después dos caracoles asquerosos para los ojos, y una patata pequeña para la nariz, deforme también, por supuesto.
Y para la boca, prefiero no ponérsela, así al menos en mi caricatura, tendrá ese puto buzón cerrado.
La vestiré con telas apretadas, para que sea más grotesca aun.
Y unos zapatos que le queden pequeños para resaltar lo gordos y asquerosos que son sus tobillos.
Así es la señora X en mi mente.
Un puñetero bulto rezumante de pus, que no hace otra cosa que incordiarme.
La verdad, mientras pienso en ella ahora sonrío, no odio.
Es la ventaja de ser cruel y disfrutar siéndolo.

Aliento de muerte.

Chillo,
me harto de gritar, pero cada vez es más evidente que los oídos sordos me rodean.
Pido auxilio, con un hilo de voz tan flojo,
que hasta el mismísimo diablo debería tenderme una mano amiga.
Injusticia, delirios de grandeza que no son sofocados por ninguna autoridad.
La autoridad ha muerto, y ese tirano ha subido al poder que nunca debería haber tenido.
Pero ya nada importa,
grito más, hasta que mi tímpano se resiente,
y bajo apariencia humana me habla para pedirme que me calle.
Pero no puedo.
No puedo hacerlo.
De momento no.
Soy de naturaleza egoísta, mis gritos no son en son de una justicia.
Son en son de mi justicia.
Llegados a este momento, hasta el oír su voz me molesta.
Me desagrada tanto que si abriese la puerta cerraría su boca a patadas.
Pero por desgracia, o por gracia, eso no es posible.
Así que seguiré gritando, hasta que algún alma de este mundo se preocupe de escucharme.
Hasta el día en que alguien consiga callarme con razonamientos justos.
Hasta el día en el que mi aliento muera.

Vuela mi pluma.


Vuela mi pluma ágil, entre tornados de sangre y huracanes de decepciones frustradas por sonrisas falsas.
Vuela mi pluma, tan solo motivada por esta amarga saliva que baja por mi garganta.
Vuela mi pluma, vuela.
El porqué de las cosas? No lo sé
Quizás casualidad, quizás sino.
Quizás algo que se escapa a la percepción humana.
No soy más que la sombra de mis pasos, no soy si no esa sombra que me sigue a todas partes.
No soy yo, son lo que han hecho conmigo
Soy su creación, su jodida y puta proyección.
Sacar todo mi aliento para conseguir esbozar una sonrisa fingida, una sonrisa falsa.
Una amarga proyección de un "todo va bien, nada pasa".
Pero claro que pasa.
Y seguirá pasando, lo sé.
Y así, vuela mi pluma, vuela.
Entre tornados de sangre y heridas de pasión.
Entre huracanes de lágrimas ya marchitas.
Entre almas resquebrajadas que nunca encontrarán el perdón.