Cuando confieso ser una adicta a las palabras, una esclava de los versos.
Una reina del drama.
La gente no me entiende, cuando les digo que no siempre existo,
que a veces desaparezco y luego vuelvo,
que a veces se apaga mi alma.
No demuestro mis hechos con prácticas empíricas,
quizás por ello su desconfianza.
Yo cuando gusto me voy y vuelo,
junto a los versos destrozados de mi calma.
Y ese hastío que me daña,
esa fuerza que me hiere,
esa estabilidad inexistente,
son las que forjan mi ser,
y me dan lástima los que no creen,
aquellos que no viven,
aquellos que solo existen.
La gente no me entiende, cuando les digo que vivo y muero,
cuando les digo que sueño en vida,
cuando les muestro mis sentimientos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario